16 de Marzo de 2009 Nos levantamos sin prisa pero sin pausa. Sólo nos quedan unos 40 kms para llegar a Santiago. No tenemos nada para desayunar así que nos preparamos y salimos raudos hacia Arzua (después de hacer algunas fotos del lugar)
La cuesta se hace más empinada con el estómago vacío, así que en cuanto vemos un super nos lanzamos a por provisiones. Nos sentamos en una pequeña plaza y al final zampamos como leones. Un buen desayuno es fundamental para empezar bien el día. Pasan mchísimos peregrinos y en sus caras ya se nota que los días han pasado pero también que el final está cerca.
Este última etapa tiene dos partes claramente diferenciadas. La primera transcurre por caminos entre árboles, especialmente eucaliptos y robles, por lo que las sombras hacen bastante llevadero el trayecto. La segunda parte del día, unos 15 kms, se recorren por las afueras de la ciudad, es decir: rotondas, urbanizaciones, zonas como de polígonos… Una zona más fea y un poco más técnica para la bici ya que hay bordillos, escaleras, peatones, semáforos y demás elementos urbanos.
Por la mañana tempranos nos encontramos a Lluís, el caminante al que nos hemos venido encontrando desde el Cebreiro. Que crack! Nos sacamos unas fotillos de recuerdo y seguimos cada uno su camino.
En una buena sombra nos paramos a comer ya que hace bastante calor. 40 kms no es mucho para un ciclista, así que vamos relajados. Aún así, el hecho de estar tan cerca te crea como una especie de ansiedad por la llegada.
Hasta llegar a Monte do Gozo hay un poco de subida. Como llegamos acalorados nos compramos unos helados y unos refresquillos para quitarnos los calores a la sombra del monumento gigante que hay allí.
Después bajamos hasta el albergue para que nos sellen en un punto tan emblemático del camino. Ahora ya sólo nos queda bajar hasta la ciudad. Una vez que entramos en la ciudad nos lleva un buen rato llegar hasta la catedral. Un par de coche nos pasan muy cerca así que nos subimos a la acera (Increíble que en Santiago, precisamente, se respete tan poco al peregrino). Como hace muy buen día hay muchísima gente por la calle así que hay que ir despacito. Al fin llegamos a la catedral, por la parte de atrás. Lo primero, vamos a la oficina del peregrino, para que nos den la Compostela, que es un certificado de que has hecho un mínimo de kms (el número de kms necesarios en bici o a pie no es el mismo, obviamente). Antes sólo te la daban si hacías el Camino por motivos religiosos, pero ahora hay certificados para todos. Con nuestro diploma, llegamos finalmente a la Plaza del Obradoiro. A pesar de que hemos estado allí muchas otras veces en esta ocasión miramos a la catedral con otros ojos. No hay devoción, pero si una gran satisfacción por otro objetivo conseguido.