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COMPLEJA EXPEDICIÓN THULE GROENLANDIA EN TIRO DE PERROS DIRIGIDA POR RAMÓN LARRAMENDI ( TIERRAS POLARES)
He tenido la suerte de participar en una expedición sin precedentes en España hasta estos momentos, la gran dificultad de estas latitudes y el gran despliegue de medios técnicos y humanos hacen un trabajo muy arriesgado para atreverse a organizar una expedición tan compleja, si además sumamos que dentro de la expedición hay cuatro expediciones con diferentes trabajos cada una, imaginaros como se acentúa la dificultad para organizar tremendo lio. Creo que solo hay una persona en España que pueda enfrentarse con semejante desafío, Ramón Larramendi director de TIERRAS POLARES siempre pone al filo del riesgo sus aventuras, y en esta ocasión organiza una de las expediciones mas difíciles y arriesgadas por la complejidad del lugar y la temática de la actividad.
Más de 650 kilómetros en tiro de perros con total autonomía y usando todos los materiales tradicionales de los Inuits, como las tiendas, pieles para dormir, sistemas de cocinar, herramientas etc..., recorremos en un viaje de ida y vuelta una de las rutas mas difíciles usadas por los cazadores desde hace mas de 100 años desconocida para el hombre blanco, cargadas de fauna ártica como el Oso Polar, buey almizclero, focas, morsas etc., viajamos por mar helado, tundra y el casquete de hielo que cubre prácticamente toda la superficie de Groenlandia, el temido Inlandsis, acompañados por tres de los mejores cazadores en extinción, verdaderos expertos en largos recorridos por estas latitudes y descendientes de los Inuits que acompañaron a Robert Peary y Mathew Henson hace 100 años en la carrera de la conquista del Polo, más de 50 perros Groenlandeses que arrastran cuatro trineos de dimensiones descomunales y cargados en ocasiones con más de 400 kilos, desniveles vertiginosos de 0 metros a 1.325 de cuota máxima por laderas y glaciales repletos de grietas, en definitiva, un frenético viaje repleto de momentos duros y arriesgados en un terreno gélido que no te deja descansar, poniendo en prueba constante a los perros y expedicionarios, donde vivir el día a día podríamos calificarlo de sobrevivir.
De izquierda a derecha: Alain Hubert, Vicete Leal, Aqqiunngua, Jesús Calleja, Ramón Larramendi, Emilio Valdes, Naimangitsoq, Miguel Gonzalez, Ilanguaq. Despedida del primer grupo.
DISTRITO DE THULE CUNA DE LOS ÚLTIMOS CAZADORES EXPLORADORES
Si queremos viajar en el tiempo y descubrir las forma en que sobreviven los últimos cazadores inuits en el siglo XXI con los medios de hace 100 años, solo podemos viajar a Groenlandia y concretamente a la provincia de thule, en Canadá y Alaska las comunidades de Inuits ya se han incorporado a los nuevos tiempos. El distrito de Thule esta compuesto por unos 800 habitantes, de los cuales unos 600 se encuentran en su capital Qaanaaq, el resto se reparte en cinco pueblecitos como Siorapaluk que es el pueblo autóctono mas septentrional del planeta, al que pudimos visitar casi al final de nuestro recorrido, en este distrito pasa el tiempo muy lenta mente y sobreviven gracias a las ayudas de su colonizador Dinamarca, es el único rincón del planeta en el que aun se mantiene la tradición y cultura de una de las etnias mas duras del la Tierra.
Elegimos Qaanaaq como base de operaciones por su pequeño aeropuerto ya que es la capital, después de tres días de viaje para llegar a esta "ciudad", sin descanso, nos espera nuestro avión Twin Otter, capaz de aterrizar en la banquisa de hielo y que pertenece a la organización de esta compleja expedición.
QAANAAQ
CUATRO EXPEDICIONES EN UNA
La complejidad de organizar una expedición en un sitio tan remoto como el que a elegido Ramón, se acentúa cuando se trata de coordinar cuatro expediciones prácticamente a la vez, un primer grupo compuesto por el equipo de la televisión Cuatro del programa DESAFÍO EXTREMO con Jesús Calleja, María March, Emilio Valdés, Miguel González, Ramón Larramendi y tres cazadores de Thule, serian los encargado de realizar la primera etapa desde Qaanaaq al glaciar Humboldt que es el mas grande del hemisferio Norte, un segundo equipo de expedicionarios formado por Vicente Leal, Ramón Aramburu, Manuel Rubio y Judith Viña junto con Ramón Larramendi y los tres cazadores de Thule, serán los encargados de regresar con los tiros y perros desde el glaciar Humboldt a Qaanaaq ya que es imposible trasladarlos en nuestro avión, y mientras se realiza esta operación hay seis expedicionarios, Antón de la Cuesta, Alfonso Ena, Imanol Achega, Javier Bereciartua, Manuel Malló y el veterano guía de Tierras Polares Jaime Barrallomás que están siguiendo nuestras huellas en una travesía con tablas y pulca de unos 200 kiloetros, unos dias antes finalizaron Larry Lunt Y Alain Hubert, Presidente de a Fundacion Polar Internacional, lider de la base antartica CERO EMISIONES Princess Elisabeth uno de los mejores exploradores polares del mundo, otra travesía con tablas y pulca de unos 260 kilómetros, los cuatro grupos sincronizados perfectamente y en constante contacto con el director de expedición Ramón Larramendi, que sin lugar a dudas es el responsable de que todo allá salido en un rotundo éxito.
Todo todo tradicional, como hace mas de 100 años
MI PARTICIPACIÓN
Mi participación en la expedición esta en el grupo que realiza el viaje de vuelta, unos 370 kilómetros de adrenalina pura repleta de obstáculos y arriesgados retos a diario, he tenido mucha suerte de que Ramón contara con migo para realizar los trabajos de copiloto a la vuelta de el glacial Humboldt a Qaanaaq, me pregunto directamente que si quería caña y yo pues dije que si, es lo que me mola, pero nunca me imagine a que se refería con caña, teníamos un desafío particular que el ya puso operativo en el viaje de ida, enfrentarse al orgullo de unos verdaderos sabios del medio y especialistas en caza ártica, los Inuits, jamás nos ayudaran en ningún paso difícil aunque estemos peligrando, ni nos felicitaran cuando hagamos las cosas igual de bien que ellos, es más, creo que solo nos esperaban en los pasos donde podríamos reventar el trineo para reírse del hombre blanco, siempre en una dinámica de buen ¨rollito¨, creo que en caso de romper un trineo o una pierna nos ayudarían a la reparación, o no, en definitiva teníamos que buscarnos la vida. En estos casos, la colaboración del copi y piloto es esencial para poder progresar, formando un equipo que en muchos momentos necesita de una concentración y algo de sangre fría para poderse mover con éxito por estas tierras tan difíciles, gracias a toda esta dinámica, yo personal mente he podido aprender muchísimo, desde utilizar sus técnicas y herramientas, hasta dar de comer a los perros, y desde salir disparado del trineo, hasta meternos en el agua de un rio en el que nuestros buenos compañeros los Inuits rompieron el hielo a su paso sin esperarnos. Difícil será repetir esta experiencia tan autentica, sin teatros, en pura supervivencia, donde he podido vivir y sentir la cultura de LOS GRANDES HOMBRES como se denominan los últimos y remotos cazadores Inuits.
Tiro de Ramón y Vicen
LA TRAVESÍA
Después de tres días de viaje Ramón Aramburu, Manuel Rubio y yo, aterrizamos en el pequeño aeropuerto de Qaannaq donde nos da la bienvenida Judith Viña de Canarias, con ella ya estamos los cuatro, Judith nos informa que los pilotos del Twin Otter están realizando el plan de vuelo con las coordenadas que Ramón desde la banquisa les acaba de dar por teléfono satélite, todo esta listo y partimos ya, desmontamos los petates en la misma sala del aeropuerto y sacamos la ropa de faena cambiándonos en los baños, en pocos minutos todos guapetes, el petate al hombro, y a seguir volando. Nunca pensé que el ritmo con el que empezamos (a toda leche), seria la tónica para los próximos once días, rápidamente se carga el avión con sacos de pienso para los perros, víveres y todas nuestras pertenencias, mientras realicemos la operación, nos llenan los tanques de combustible, el piloto revisa el fuselaje dando golpes con una escoba, y en un periquete, despega por la pista helada rumbo a la banquisa cercana al glacial Humboldt a unos 300 kilómetros. Nos sentimos todos felices, en apenas hora y cuarto estaríamos aislados por completo de la civilización, en un rincón de los mas remotos que hay en nuestro planeta. Recorrer estos parajes es enfrentarse a un clima hostil y terrenos difíciles de transitar, nos esperaban kilómetros de mares helados, fría tundra y el temido Inlandsis, pensar todo esto nos hacia sentirnos felices en nuestras mentes exploradoras.
Por la ventana helada de la nave, podíamos ver un campamento montado en medio de la nada, donde nos esperaban impacientes el equipo de la televisión cuatro con Jesús Calleja, María March, Emilio Valdés, Miguel González, Ramón Larramendi y tres cazadores de Thule, impacientes, por que al llegar nosotros su tarea finalizaría y pronto disfrutarían de una buena duchita ( que les hacia falta), de los buenos alimentos del hotelillo en Qaanaaq, y de todas las comodidades que la civilización te puede brindar. Todos preparados para partir a las comodidades menos los tres cazadores y Ramón Larramendi, que todavía tenían que realizar todo el viaje de vuelta junto a nosotros cuatro.
El Twin Otter vuelve a surcar los cielos rumbo a Quaanaaq y solo quedamos los cuatro, Ramón y los coleguillas lugareños, como manda la tradición, se sortean los pasajeros que acompañaran a cada uno de los pilotos, tres hilos entre lazados por la mitad, cada uno tira de una punta hasta encontrarse con su pareja. Poco antes del sorteo, Ramón me planteo que si quería ser su copiloto informándome de las desventajas que teníamos, como por ejemplo, los cazadores no nos ayudarían en ningún momento, que iríamos mas despacio que ellos dado que casi todos los perros que tenemos son cachorros ( un hombre blanco es difícil conseguir buenos perros), y en definitiva, teníamos que buscarnos la vida, igual que se la buscaron en el viaje de ida con Jesus Calleja de copi. Cuando me planteo la idea, conteste que sin ningún problema, mas tarde me di cuenta de la suerte que tuve comprometiéndome en este desafío, gracias a compartir el tiro con Ramón, pude vivir la experiencia de poder conocer y practicar el difícil manejo de unos trineos de 400 kilos de peso, tirado por 14 perros extraterrestres (no tienen nada que ver con la imagen que tenemos de los perros occidentales), desde dar de comer a los perros pasando por deshacer nudos, preparar puentes de hielo para atar a las fieras, cortar grasa de foca, etc.
Cruzando el fiordo
El manejo del armario que arrastramos, en algunas ocasiones era relajado, pudiendo charlar con el compañero, mirar el paisaje y disfrutar de los sentidos, pero en la mayoría de las ocasiones, tienes que estar en concentración total anticipándote por donde tiran los perros y por donde la inercia del trineo, bajando y subiendo en marcha para desviar el tiro de los bloques de hielo y piedras que asoman entre la nieve. Muy difícil también son las numerosas entradas y salidas a la banquisa marina, las horillas están repletas de escalones y bloques de hielo de mas de un metro de alto provocados por la marea, atravesar estos pasos con los trineos tan cargados era un trabajo agotador tanto para nosotros como para los perros. Lo mas impresionante y arriesgado, donde derrochas muchas dosis de adrenalina y sangre fría, la subida y muchísimo mas en la bajada del casquete de hielo que cubre casi toda la superficie de Groenlandia, la bajada es vertiginosa atravesando varios glaciares repleto de grietas cubiertas por una fina capa de nieve, debido, a una tormenta en la noche antes de bajar, donde el viento y la bajada de temperaturas fueron brutales. No podías relajarte en estos pasos, el tiro derrapa para todos los lados, como si hubiesen imanes ocultos, el trineo siempre era atraído por los patios y las grietas, intentabas corregirlo y era imposible por que patinabas sobre el hielo vivo saliendo catapultado como una bala, después de incorporarte, tenias que andar hasta el trineo tanteando cada paso para que una grieta oculta no te engullera.
La técnica para poder frenar el tiro en una pendiente de unos 35º sobre hielo vivo, es muy curiosa a demás de rudimentaria pero eficaz, se trata de una pareja de cuerdas atadas cada una con una gaza que se cuelan por las palas del trineo, si no es suficiente se refuerza la acción con una maroma y si todavía el trineo desciende muy rápido, se colocan unas cadenas, de manera que cada pala arrastra bajo ella una cuerda fina, una mas gruesa y la cadena, pues hay veces que aun no hay quien lo pare, entonces sacas los pies estilo Pedro Picapiedra y miras al cielo pensando que no se desparrame. Me viene a la mente un momento de la bajada, parecía que teníamos unos metros de tranquilidad, el tiro arrastraba técnicamente perfecto y yo me dispuse a relajarme y apoyar la espalda en la parte trasera, de repente un grito de Ramón me altera mi descanso, le miro y veo una cara desencajada que seguramente reflejaba la mía al ver delante de nosotros a unos 5 metros una grieta, no termino de gritar CUIDADOOO, ya estábamos empotrados en ella, los perros saltaron, las palas incrustadas en el hielo, ramón contra la pared de la grieta y yo despedido unos cuantos metros, necesitamos un buen rato para salir de esta situación y todavía nos quedaba mucho glaciar, en definitiva no podías bajar la guardia en ningún momento, siempre pendiente de todo.
Sobre el lIlandis, 1.300m.
Los tres primeros días, trascurren con tranquilidad, avanzamos por el mar helado que pone pocas dificultades, tan solo algún bloque de hielo y algunas piedras que tenemos que esquivar, el resto nos acomodamos lo que podemos en nuestro vehículo y admiramos el paisaje, a veces, también corremos al lado de el para entrar en calor y combatir las bajas temperaturas, que al estar parados sobre el trineo se hacen notar mas que haciendo ejercicio. La travesía en estos días, solo es alterada por las paradas de los Inuits para sus cacerías, prismáticos en mano, localizaban la presa y empezaba el ritual de caza, la presa se encontraba siempre lejos, podrían ser hasta 800 metros de distancia, asomaban unos puntitos negros entre la banquisa blanca delatándolas a las pobres focas, mientras, preparan su rifle, la pantalla y el mini trineo donde apoyan el arma cuando se tumban, abandonando el tiro ponen rumbo andando hacia la presa hasta que quedan unos 50 metros y tienen al animal a tiro, entonces se tumban camuflados por la vela blanca que esta delante de ellos, por ella solo asoma la punta del rifle, entonces disparan, al oír el disparo, los perros salen a toda prisa al encuentro con su dueño para poder cargar el preciado suministro de carne. Menos mal que aprovechan todo, es un consuelo cuando no te gusta la caza, la carne mala se la comen los perros dándoles un aporte extra de fuerza, la buena se la llevan para casa y la grasa se guarda para dar a los perros un taquito todas las noches cuando se termine la carne.
Foca para los perros GROENLANDESES
El tercer día de banquisa finaliza llegando a una pequeña cabaña que tienen construida los cazadores , único refugio en toda la ruta, decidimos pasar un día de descanso antes de la subida, compartimos una noche todos juntos en la pequeña cabaña, los blancos y los Inuits, pudimos observar muchas de las costumbres de esta gente, como cocinaban, como cuidaban sus botas secándolas y untándolas de grasa de foca, a demás de echar unas risas con ellos y probar su preparado de Morsa hervida.
Después del descanso, nos enfrentamos a los tres días mas cañeros de toda la trasveáis, nos esperaba una subida de los 0 metros en los que nos encontrábamos, hasta los 1300m. de cuota máxima que pretendíamos coronar, el primer día subiríamos hasta los 800m., justo a las puertas del inlandsis donde montamos campamento, el segundo día dormiríamos en la cumbre y el tercer día bajaríamos hasta la banquisa de nuevo. La primera avería de un tiro y una fuerte tormenta de viento y nieve, nos hizo cambiar los planes del segundo día, apenas recorrimos quince quilómetros y tuvimos que parar, ya que no se podía ver nada y la temperatura bajo notablemente, esa tarde perdimos el tiro de Manuel y Llanguaq, se adelantaron creyendo que nosotros estábamos por delante de ellos, cuando en realidad estábamos a tras, no le dimos mucha importancia por que su tiro era totalmente autosuficiente para pasar la ¨noche¨. Montamos por primera y única vez la tienda Altus para poder entrar en calor y refugiarnos del viento, pasamos la noche sin problemas. El tercer día, teníamos que subir el tramo del día anterior y bajar desde los 1300m. hasta los 0 del mar helado, con el comentario anterior sobre las bajadas, podéis imaginaros como lo pasamos, después de unas 12 horas por fin pisábamos banquisa otra vez, decidimos continuar un par de horas más para poder llegar a la pequeña población de Siorapaluk donde descansaríamos un día y repararíamos bien la avería del trineo. Este fue el día más largo de todos llegando al pueblo mas tarde de las dos de la madrugada, con mas de setenta kilómetros de recorrido.
Ramón pilotando
Siorapaluk, pequeño pueblo de apenas 50 habitantes, es considerado el pueblo autóctono mas septentrional del planeta y cuna de los mejores cazadores del distrito, junto a su capital Qaanaaq. Disfrutamos de un día soleado reponiéndonos del derroche de adrenalina del día anterior en la bajada, pudimos contemplar la vida de sus gentes, el ir y venir de tiros de perros, que en ocasiones, arrastraban pequeñas embarcaciones para transportarlas donde rompe la banquisa convirtiéndose en mar abierto y desde allí seguir navegando.
En nuestra casa de Siorapaluk alquilada por la organización, planeamos los tres últimos días de la travesía, decidimos ampliar la ruta unos kilómetros mas ya que gracias a la distancia tan descomunal que recorrimos en la bajada, todo seguía dentro del tiempo establecido y podíamos gastar un día de colchón. La partida del pueblo nos hace pensar que ya estamos en la recta final, pero todavía nos siguen quedando tres días a tope.
El primer día se nos complica justo a ultima hora, los tramos del final de esta etapa, trascurren por un rio helado del desagüe del glaciar que íbamos a visitar, como siempre, Ramón y yo cerrábamos la comitiva y nos comíamos todos los tramos con el hielo destrozado por nuestros compañeros, hundiéndonos un par de veces en hoyos extraños que afortunada mente estaban secos, como pudimos, llegamos al borde de un gran lago, allí nos esperaban los amigos para montar el campamento sobre un hielo azul de unos dos metros de espesor, Ramón Aramburu, Manuel y Judith se encargan del montaje de nuestro hogar, Ramón L. y yo, nos ocupamos de los perros.
El penúltimo día, amanece con un sol y una tranquilidad espectacular, paseo al glaciar, lectura a las puertas de la tienda, ultimas cervecitas. Después de descartar pasar una noche mas en el lago, decidimos aprovechar la bonita mañana, y por la tarde adelantar un tramo corto de tierra hasta llegar al fiordo helado, a si, al día siguiente, llegaríamos a Qaanaaq en una etapa que en su totalidad sería de cómoda banquisa marina. Pues el tramito corto, resulto ser un laberinto de morrena cargada de piedras de todos los tamaños, tramos larguísimos sin nieve y barro hasta casi las rodillas, todos avanzamos en penitencia muy despacio como podemos, y en un abrir y cerrar los ojos, como siempre, desaparecen los expertos y nos quedamos solos, ante nosotros desaparecen la huellas de los otros tiros y solo hay un lugar obvio para seguir, se trata de un rio de agua liquida por la rotura del hielo que han provocado los compañeros inevitablemente al pasar, además esta encañonado y por la pared de la derecha hay columnas de hílelo que se pueden descolgar en cualquier momento y haernos daño, total, que nos chulean los perros y dicen que por el agua no, nos dejan embarrancado el tiro justo debajo de las columnas amenazadoras, y todo con un caudal de fresca agüita que llega hasta las rodillas, vaya desbarajuste, y todo es debido a que Ramón no castiga a los perros, pues viva Ramón, yo apoyo la moción. Después de unos gritos a lo perros (eso si) por parte de los dos, conseguimos que los perros fuesen por terreno seco y nosotros dos empujando el trineo por el agua, como siempre, como dos guerreros, llegamos al lugar de acampada, eso si los perros vencieron la batalla.
El ultimo día, nos levantamos temprano y desayunamos tranquilamente con las vistas de un glaciar de los mas bonitos que hemos visto, el campamento sobre la banquisa con esas vistas de fondo, era un espectáculo de contraste que me dejaba impresionado, de repente absorbido por la belleza del momento y sin terminar el café, empieza a descerrajarse el hielo de aquella mole y los cazadores con gesto de inquietud, con señas muy entendibles, nos comunican que tenemos que salir de allí a toda prisa, si se sigue rompiendo, podría provocar un sunami de hielo, con la experiencia, ya que era el ultimo día, en cinco minutos todo recogido y pusimos marcha para alejarnos de la zona, por primera vez Ramón y yo éramos los primeros, por que seria?.
Ramón y Vicen -18º
Hasta el ultimo día nos esperaban sorpresas, el resto de la etapa fue tranquila, y por fin después de varias horas, a lo lejos, en el horizonte de la banquisa, podíamos observar gente que abría agujeros en el hielo para pescar, hoy era Domingo y toda esa gente que disfrutaba del día festivo, nos confirmaría que ya estábamos en las inmediaciones de Qaanaaq donde pondríamos punto y final a la aventura.
Gracias a Ramón Aramburu, Manuel Rubio y Judith Viña mis compañeros, gracias a Naimangitsoq (Bisnieto de Robert peary) Aqqiunngua y Ilanguaq, los cazdores, y me quito el sombreo ante un piloto de tiro tradicional Groenlandés como es Ramón Larramendi, con mas de 650 kilómetros en la ida y vuelta del tirón.
Vicen
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