Yo estoy de acuerdo con vosotros... muchas veces, al estar en un lugar especial, he pensado que sería una pena que se viera sobreexplotado por el turismo, y a veces me dan ganas de no comentárselo a casi nadie... como las islas Skellig, por ejemplo, o algunos sitios perdidos de las Lofoten a los que no llega mucha gente.
Pero me parece que en el fondo el problema es el tipo de turismo que hace la gente. Si una persona va allí, respeta lo que ve, se interesa por su cultura, y no convierte a ese pueblo en un objeto de consumo al más puro estilo fast food, no creo que el impacto sea muy negativo. Sin embargo, hay otro tipo de turismo que creo que sí que es malísimo para esos lugares, el turismo que no es responsable ni sostenible, de ese tipo de gente que se cree que puede llegar a un sitio y hacer lo que le de la gana igual que en su casa, arrasando con todo. Y desgraciadamente este tipo de turista abunda mucho!
Recuerdo que cuando estuve en Egipto mucha gente insistía para que fueras a visitar el "pueblo nubio", cuando ese pueblo es lo más falso que se puede ver. La gente se viste para esperar a los autobuses llenos de turistas, hacen el paripé de que son pobres, los niños piden dinero y caramelos, que los turistas les dan, y cuando los blanquitos vuelven a sus barcos-crucero, ellos van a sus casas de verdad, donde tienen internet y demás, se visten a lo occidental y se deben reír mucho de los incautos a los que han engañado. Nosotros, obviamente, pasamos de ir, y acabamos en un pueblo de verdad, donde la realidad diaria era mucho más dura (y nadie te pedía nada). Los turistas que andan por ahí soltando pasta alegremente y regalitos a quien no ha hecho nada para merecer que les des algo tienen mucha culpa.
Esto mismo lo observamos en las islas de los Uros, en Perú, y en Taquile, donde las comunidades se han lanzado alegremente a una mercantilización de su cultura que la ha hecho casi desaparecer (como contábamos en el Diario la gente compra lápices y caramelos para los niños, que ni los valoran, y estoy segura de que los lápices vuelven a tierra cada día para volver a ser vendidos a turistas incautos al día siguiente). Me daría mucha pena que otros lugares donde he estado se convirtiesen en algo así de chungo.
Un problema también es que hay gente de esos pueblos que se mira en el "espejo" occidental, y les parece que tender hacia lo que somos nosotros es lo correcto y próspero, cuando lo único que hacen es destruir su propia tradición y caer en la trampa de la globalización cultural. Una cosa es ayudar al desarrollo de una comunidad de forma sostenible, pero la gente que va allí en plan rebaño, viendo todo con superioridad y exigiendo las mismas comodidades que en casa me parece que son muy nocivos.